La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) acoge con beneplácito la modificación del decreto 740-20 y de manera muy específica, la derogación del artículo 10 de dicho decreto. Como Obispos, entendíamos que, al decretarse el cese de las actividades religiosas de todo tipo, se despojaba al pueblo de una valiosísima herramienta, imprescindible en su vida: la fe en Dios y su consecuente expresión en el culto. Considerábamos que no se había valorado en su justa dimensión todo el aporte que, en materia de acogida, acompañamiento, y protocolo sanitario ha ido realizando la Iglesia Católica durante este tiempo de pandemia: se ha seguido con todo rigor el debido distanciamiento, uso de mascarillas, gel y/o alcohol como desinfectantes para manos y calzados.
La pandemia ha conllevado la pérdida de vidas humanas, aumento del desempleo, cierre de empresas, entre otras calamidades. Desde el ámbito de la fe, a miles de personas se les ha ofrecido una acogida y un acompañamiento espiritual a fin de que superen la depresión, el desaliento, la desesperanza, la frustración, la angustia, la ansiedad y hasta la inconformidad con la vida misma. No son pocas las personas que se han levantado de su postración al recibir la gracia de lo Alto en las celebraciones, donde, no sólo escuchan la palabra de Dios que instruye, corrige y orienta, sino también que reciben el Cuerpo de Cristo y viven la solidaridad con sus hermanos en la fe, siendo la Iglesia un oasis en medio de su situación, un encuentro con Dios.
Nos alegramos inmensamente de este cambio para regocijo de nuestro pueblo. Sugerimos que, en el futuro, antes de tomar estas medidas tan drásticas que afectan la fe de nuestra gente, se socialice o dialogue con los que estamos al frente del pueblo de Dios.
Nos unimos a nuestro pueblo en la acción de gracias a Dios, mientras continuamos tomando todas las medidas de prevención contra el COVID-19.
Que en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, la luz y la gracia que nos trajo el Niño nacido en Belén y la estrella que guio a los Magos, nos ilumine y nos dé a todos el espíritu de discernimiento para reencontrar el camino de la verdadera concordia, de la genuina alegría y de la paz.