Por: Óscar Elizalde Prada (Celam).
En la noche del jueves 23 de febrero, víspera del cierre de la Asamblea Región Caribe, de la Fase Continental del Sínodo de la Sinodalidad: comunión, participación y misión, los 41 participantes se desplazaron al Teatro Nacional Eduardo Brito, en Santo Domingo, para participar en el estreno del Concierto Sinfónico ‘Unidos por La Altagracia’, una apuesta artística y cultural que busca “cantar a la historia recordando los primeros momentos en los que la patrona del pueblo dominicano se tornó en el más dulce regalo de Dios”, como comentó Mons. José Grullón Estrella, obispo emérito de la Diócesis de San Juan de la Maguana, en la apertura del evento.
El concierto, abierto a los católicos dominicanos y al público en general, selló el proceso de discernimiento comunitario de la Asamblea que, durante cada jornada, encomendó sus trabajos a la Virgen de la Altagracia. De hecho, el auditorio donde se realizaron las ‘puestas en común’, siempre estuvo precedido por la imagen de la patrona de los dominicanos.
Escuchar al Espíritu
Esta dinámica de compartir ‘en el Espíritu’ también estuvo referida al método de la conversación espiritual en el que “las personas previamente oraban y profundizaban el texto de referencia [el Documento para la Etapa Continental], para compartir, en comunidades de vida, lo que el Espíritu nos ha ido diciendo”, como detalla la Hna. Iris Altagracia González, FI, quien asumió la labor de facilitadora durante el encuentro.
“El ejercicio se hace con una pregunta que nos ayuda a buscar las luces, las tensiones y los horizontes que el texto nos plantea”, continúa la religiosa dominicana, explicitando que “en una primera ronda cada persona comunica lo que el Espíritu les ha dicho, mientras que los demás solo escuchan para reflexionar, y luego reaccionar a esto; finalmente, en una tercera ronda, habiendo orado lo escuchado, compartimos lo que el Espíritu nos ha regalado”.
En términos generales, la ‘conversación espiritual’ “es una experiencia honda de oración, de trabajo interior, de silencio, de compartir desde dentro, de modo que toda palabra que podamos decir sea realmente del Espíritu, por eso es una conversación espiritual, porque hacemos eco a lo que el Espíritu nos lo está diciendo”.
El Espíritu sigue animando el caminar de la Iglesia
¿Cómo lo han vivido los participantes? Mons. Marcos Pirán, Obispo auxiliar de Holguín, en Cuba, comenta que “el intercambio sobre distintas realidades nos ha abierto a otras perspectivas que nos muestran cómo el Espíritu sigue soplando y animando el caminar de la Iglesia, para que podamos dar respuesta a las inquietudes más profundas del hombre de hoy, desde el Evangelio de Jesús”.
“Creo que todos los que salimos de aquí, salimos muy entusiasmados y motivados para ayudar a que aquellos que todavía no han empezado este proceso [sinodal] o les está costando un poquito, para que puedan descubrir la riqueza que nos ofrece este caminar juntos”, apostilla el prelado.
Prestar nuestros oídos
Para Tahiana Cruz, quien hace parte del Sínodo Digital, esta experiencia “representa una alternativa para prestar nuestros oídos, como Iglesia, a aquellas personas que por una u otra razón no participan en las parroquias de manera activa”. En este sentido, “el Sínodo Digital nos permitió llegar a millones de personas, fomentando la participación de muchos, sobre todo de los jóvenes y de los laicos, y ello nos ha permitido crear una comunidad de evangelizadores digitales que están promoviendo esta etapa continental del Sínodo”.
Finalmente, en la perspectiva del P. William Arias, vicario general de la arquidiócesis de Santiago de los Caballeros (República Dominicana), “estos días han sido muy esperanzadores, por la inquietud que hay de llevar a cabalidad este proyecto del Espíritu”. Al concluir la Asamblea, el sacerdote espera “seguir fomentando en la Iglesia dominicana esta mentalidad sinodal, conscientes de la necesidad de caminar juntos sin miedo, siguiendo las mociones del Espíritu, que es el que conduce este proceso”.
La Eucaristía conclusiva de la Asamblea fue presidida por Mons. Santiago Rodríguez, Obispo de San Pedro de Macorís (República Dominicana), que reconoció y agradeció a todos los que hicieron posible este espacio de comunión y participación, y exhortó a seguir “caminando juntos” como Iglesia caribeña y latinoamericana.