La Comisión Nacional de Pastoral Juvenil de la Conferencia del Episcopado Dominicano, como entidad encargada de animar, convocar y acompañar a los líderes juveniles, en el marco de la celebración del Día Nacional de Juventud 2022, hacemos un llamado a todos los jóvenes a despertar. Es momento de salir en la búsqueda de nuevas oportunidades para el crecimiento en la fe, en lo personal y en lo profesional; pero también realizamos un llamado especial al pueblo en general, a escuchar y acompañar a los jóvenes, dándole el espacio para que ellos sean los protagonistas de su propia historia.
Es lamentable la situación en la que vive gran parte de la juventud en nuestro país. Vemos como muchos jóvenes padecen de diferentes tipos de violencia: violencia intrafamiliar, violencia de género, trata de personas, explotación sexual, homicidios, suicidios, etc. Así también, podemos ver muchos jóvenes en el camino de fe, que no son aceptados, sufriendo discriminación, maltrato psicológico; no se sienten parte de nuestra sociedad.
También, son muchos jóvenes que se han visto obligados a delinquir, porque es lo que ven a diario en sus hogares o sus alrededores, entiende que es lo único que pueden hacer para sacar adelante a sus familias o para ser alguien en la sociedad.
Ante todo, debemos cuestionarnos ¿Qué estamos haciendo para cambiar ese panorama? ¿Cómo ayudamos a los jóvenes? ¿Qué hago yo para aportar al cambio? Es momento de volver hacer el voto preferencial por la juventud, de elaborar proyectos que respondan a cada una de sus necesidades: donde encontremos lugares de sana recreación, clubes deportivos, escuelas de arte, formaciones técnicas profesionales, la garantía del primer ejemplo, entre otros.
Jóvenes, ustedes deben a aportar su granito de arena también. Debemos seguir avanzando, aun con esta crisis sanitaria que nos arropa, debemos ir tras esos sueños, metas y anhelos, construir un proyecto de vida que impacte la sociedad. Continuemos defendiendo nuestras creencias e ideales y seamos los protagonistas del cambio. Construyamos juntos una sociedad donde reine el amor de Dios, que sea más justa, donde brille la justicia y la democracia, respectando nuestra Carta Magna y cuidando nuestro medio ambiente, hagamos la diferencia y seamos ejemplo para generaciones venideras, así como lo han sido Samuel, Jeremías, José, Ruth, David, María y Jesús.
Joven, no dejes que te roben la esperanza y la alegría, que te narcoticen para utilizarte como esclavo de sus intereses. Atrévete a ser más, porque tu ser importa más que cualquier cosa. (Exhortación Apostólica Christus Vivit, 117)
Líderes juveniles, asesores y acompañantes, como jóvenes agentes de la transformación social, constructores de la Civilización del Amor, es relevante estar al tanto de todo lo que sucede en nuestro país y en el mundo, se nos llama a velar por el prójimo, por aquel que sufre, que necesita, a ser solidarios, ser fraternos, a defender la vida desde la concepción hasta la muerte y cuidar nuestra casa común. Debemos ser protagonista de nuestra historia y alzar la voz por aquellos que no tienen voz, servir y aportar en nuestras comunidades para generar cambios positivos que permitan hacer la diferencia, llevando siempre Jesús.
Miremos a nuestra juventud con “ojos llenos de esperanza” como ese presente cargado de grandes promesas y propósito que tiene el Señor para con ellos y nosotros. Seamos luz en medio de su oscuridad y llevémosle a Jesús el eternamente joven, que esta con los brazos abiertos para recibirlo junto a nuestra Madre María.
Queridos jóvenes, no permitas que nadie te desprecie por ser joven. Al contrario, trata de ser un ejemplo para los demás cristianos. (1 Timoteo 4, 12.) Ser joven es una de las etapas más bonitas por las cuales el ser humano pasa, significando levantarse ante cada caída, reinventarse, aprender de las pruebas, guerreros de la vida, conquistadores de sueños, valientes, pero sobre todo “son el ahora de Dios” (Papa Francisco).
¡Ánimo! ¡No te rindas! Dios te ha elegido para hacer grandes cosas y te llevará a donde nunca has pensado llegar.
¡Dios les guarde y les bendiga!