A toda la Iglesia que peregrina en la República Dominicana:
Reciban un cordial saludo en el Señor, fuente de toda esperanza y amor.
La sinodalidad, como nos recuerda el Papa Francisco, es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Este es un llamado a vivir más intensamente nuestra vocación de ser una Iglesia de puertas abiertas, donde todos tenemos un lugar y una voz.
Actualmente, nos encontramos en la segunda fase del Sínodo de la Sinodalidad: comunión, participación y misión. Este proceso no es solo un encuentro de obispos y teólogos; es una convocatoria a toda la Iglesia, a cada bautizado, para escuchar al Espíritu Santo y discernir juntos los senderos por los que Dios nos llama a caminar en este momento histórico.
En ese sentido, nos dirigimos a ustedes, fieles discípulos de la Iglesia que peregrina en la República Dominicana, para exhortarles a unirse en la Jornada Nacional de Oración y Estudio por el Sínodo de la Sinodalidad, que se llevará a cabo del 14 al 21 de abril 2024.
Es fundamental que todos participemos activamente en las reflexiones comunitarias sobre esta segunda fase del Sínodo. Estos diálogos son una preciosa oportunidad para expresar nuestra experiencia de fe, nuestros anhelos, nuestras esperanzas y también nuestras preocupaciones sobre los pobres, las mujeres en la vida y en la misión de la Iglesia, la vida consagrada y los movimientos laicales, los diáconos y presbíteros en una Iglesia sinodal, los misioneros en el ambiente digital, entre otros temas contenidos en el Informe de Síntesis de la primera fase del Sínodo.
Las voces de todos son importantes y serán un valioso aporte para el camino sinodal. Por tal motivo, los animamos a involucrarse en esta sesión con espíritu abierto y corazón dispuesto. Las conclusiones de estas reflexiones comunitarias serán enviadas antes del 15 de mayo a la Secretaría General del Sínodo, como nuestra contribución a este gran proceso de discernimiento eclesial, a celebrarse en Roma en el próximo mes de octubre.
Que María, Nuestra Señora de la Altagracia y Madre de la Iglesia, nos acompañe con su intercesión y nos guíe en este tiempo de gracia. Que, bajo su manto, podamos crecer en la comunión, en la participación y en la misión que el Señor nos confía.
Con nuestra bendición,
Conferencia del Episcopado Dominicano